.................... Una princesa de semillas y arbolillos destinada a un bosque....................

6 de septiembre de 2005

.:La MásCarA deL EsCoRPiÓN:.


Antes de todo, pido perdón por todos los errores que seguramente habrá en este fragmento. Son sólo unas breves palabras traídas por el caprichoso viento en una tarde de otoño, recogidas por una joven e inexperta cuentacuentos. (los colores los he utilizado para que se entienda un poquitín mejor este caos de mente que tengo :P)

La joven grulla se hallaba revisando uno de los pergaminos que relataba el árbol genealógico de la familia Hantei. Mientras sus ojos discurrían por las interminables fechas y nombres, el sueño hacía parpadear a la Dama Doji, pero su honor le comprometía a terminar con aquella labor que le había sido encomendada.

Cuando al cabo de unas horas encontró el párrafo que tanto ansiaba encontrar, una sonrisa se dibujó en su rostro y suspiró aliviada.

Salió rápidamente de la sala en busca de la bendita luz de Amateratsu y rogando a los vientos que su trabajo no se hubiera alargado más de lo debido. Procuró evitar cualquier encuentro, recorriendo pasillos poco transitados y manteniendo su pensamiento alejado de la realidad dando la sensación de abstracción ante los que se la cruzaban.

Atravesó las puertas de Otosan-Uchi y se dirigió hacia los jardines que tanto adoraba, guiada por una fragancia dulzona producida por las flores otoñales que embriagaban los sentidos de la Dama. En su rincón favorito se enmarcaba una flor marchitada, una flor llena de bellos recuerdos de tiempos pasados. Al acercarse a ella y tocarla con unos de sus finos dedos, una mariposa surgió de sus pétalos y como una sombra, se dirigió hacia su venerada Amateratsu.

Una lágrima recorrió el pálido rostro de la joven recordando aquellos momentos vividos, aquel refugio buscado por aquel frágil insecto se asemejaba demasiado a su propia vida. Y aquel lugar no era sino la marchita flor en la que se aislaba de los ajetreos del palacio, en aquel mismo lugar había conocido a la única persona que le había dado alas para volar. Una de las conversaciones banales y sin sentido que mantuvo en aquellos días, le vino a la memoria. La historia hablaba de las máscaras que siempre portaban los miembros del clan Escorpión. Las palabras susurradas en aquellos días volaron hasta allí como traídas por el misterioso viento que tan imprevisible resulta.

-Hubo una vez- empezó a narrar el joven escorpión-en la Corte de invierno del clan del Halcón que alguien preguntó a una atractiva actriz Shosuro que cual era la fealdad que se escondía detrás de un escorpión para que siempre portara una máscara en su rostro.

La mirada de la samurai-ko se volvió imperturbable ante aquella afrenta provocada por un inconsciente león altamente aficionado al sake.
-la máscara del escorpión sólo es el reflejo del mismo velo invisible que oculta a la verdadera Rokugan- el león cortó su risa súbitamente y los demás cortesanos se volvieron para atender las enseñanzas de la muchacha- ¿Consideráis que el peso de Rokugan carga sobre los hombros de vuestro clan?-murmuró un cortesano Doji con una mirada perdida. La joven sin empequeñecerse y segura de sus palabras replicó, lo suficientemente alto para que todo el mundo lo oyera, pero lo suficientemente bajo para que nadie se sintiera aludido- Debería cargar sobre los hombros de todos, otra cosa bien distinta es que lo haga.

Un Isezumi que hasta ese momento había estado jugando concentrado al go, añadió- los cangrejos tienen su tetsubo y nosotros tenemos nuestra montaña. Todos nos refugiamos en lo que más confiamos para evitar ser depredados, como lo haría la más bella de las mariposas al esconderse en una flor marchita.

Los cangrejo de la sala alzaron levemente su tetsubo y los demás clanes contuvieron el aliento ante una posible represión hacia el dragón. Todos los miembros del clan defensor de la muralla se miraron entre sí y soltaron una sonora carcajada que liberó la tensión acumulada-La destreza con nuestras armas y nuestras vidas sirven para que durmáis tranquilos, alejados de la oscuridad de las Tierras Sombrías pero, ¿Qué utilidad tiene una simple máscara?-Se cuestionó un Hida.

Todos los ojos repararon expectantes ante la dama Shosuro que después de tomar una taza de té y con la mirada puesta en el oscuro líquido, habló-Nuestra máscara no es más que nuestra muestra visible de crear una frontera entre nuestros sentimientos y nuestra misión. Es por esa razón que todos teméis y respetáis nuestra cara enmascarada.

Todos quedaron en silencio y aplaudieron a la joven reconociéndole su sabiduría en tan temprana edad. Lo que ellos desconocían al aplaudir es que lo que de verdad debían temer era la cola del escorpión, que sigilosa amenazaba las espaldas de aquellos que les ofendían.

A los dos días, el león pidió a su daymio realizar seppuku. Una sombra lo perseguía día y noche, le repetía una siniestra atrocidad que había hecho con una sirvienta en uno de sus estado de embriaguez.

La Dama Doji seguía con atención cada palabra del relato, cuando Shosuro-san lo finalizó sus ojos se cerraron y la joven ansiosa por saber más detalles tomó aliento y le preguntó -Se que me reprenderás por lo que voy a preguntarte por esta pregunta, pero mi curiosidad es mayor que el posible castigo- ¿Cuál es la máscara de la Grulla?- Él la miró fríamente y su boca a penas se movió, pero lo que murmuró llegó a lo oídos de la cortesana-Tu sonrisa- La joven grulla se mostró nerviosa, recapacitando sobre aquella frase y miró al samurai con seguridad.

El escorpión la miró y el silencio solo embelleció aquel momento. Mientras la mirada de la joven seguía firme sus movimientos, él se desprendió de su máscara y la dejó a un lado junto a una grulla de papel. Por primera vez en su vida, ella sonrió sinceramente.

Que Amateratsu guíe tu camino
Alathea, el ángel sin alas

1 comentario:

Stormeyes dijo...

no te voy a decir nada que no sepas Shizue. Simplemente genial.
*una sonrisa que se corta con la mascara se vislumbra en la cara del Escorpion*